LA SÁTIRA BARROCA

UN DESCANSO QUE ME TOMO

[Poema absurdo]*

Era una noche de invierno
en que los perros maullaban
todos los gatos ladraban
y hacía una calor de infierno.

Sobre el tejado de enfrente
una vaca rebuznando
y cuatro cerdos volando
bajo un Sol impertinente.

La calle, helada y ardiente,
con seis caballitos de mar
que se metían en un bar
alternando con la gente.

Un burro de raza rara
se me posó en la ventana
y cantándome una nana
quiso que me levantara.

Me aproximé a la ventana
la cerré para que entrase
y cuando se puso el traje
yo me coloqué la albarda.

Y nos fuimos juntos los diez
en busca de desamores
el cielo, lleno de flores,
al vuelo prestábanos pies.

La noche era tan oscura
y el Sol brillaba tan fuerte
que nos tomaba la Muerte
para no darnos luz pura.

En un aeropuerto anclamos
todo desierto de gentes
donde estaban los andenes
con buses descarrilados.

Nos fuimos a la cantina
porque no teníamos sed
y en el andén vimos un pez
con destino a Argentina.

Pedimos diez cubarrones
y nos sirvieron diez cirios
que soplando nos bebimos
trago a trago a borbotones.

Había un gran ambiente,
era llena de ninguno ;
el camarero era un tuno
siempre atento y durmiente.

Nos fuimos de allí precoces
a ver una discoteca.
Entramos como Babieca
todos juntos dando coces.

Bajamos subiendo rampas
hasta el ático principal
donde había un marsupial
roncando al son de unas danzas.

Todo el mundo estaba allí
ranas, elefantes, cebras,
todos dándole a la hebra
y bailando con frenesí.

Nos mezclamos entre ellos
y mi asombro era muy grande
viendo que con buen talante
me admitían sin recelos.

Mas no terminaba de ver
que siendo yo su enemigo
me tomaran como amigo
sin miedo y con gran placer.

Y díjome un buen coyote:
un mal animal el hombre,
no mata por tener hambre
lo hace solo por deporte.

Mas viendo mis pensamientos
y que yo muy triste estaba
se me acercó una jirafa
y dijo:”aquí no hay cuentos”

Salimos de allí a otro lugar.
Nos fuimos a una montaña
que era muy honda y nevada
metiéndonos dentro de un bar.

Era el camarero un ciempiés
que servía con mil manos
aquello que los paisanos
le pedían, mas al revés.

Vi a un ciego leyendo un diario
con fecha del mes siguiente
que miraba atentamente
y un sordo con una radio.

Nos manducamos un pajar
pues pedimos chipirones
y como nos dijeron nones
nos esfumamos sin pagar.

Y ansí toda esa gran noche
tan silenciosa y tan clara
que rayos y truenos eran
compañeros de las flores.

Vi tantas y tantas cosas
que aquí no hay sitio para ellas
todas raras, todas bellas,
no humanas, todas hermosas.

Pero sí que puedo decir
aquello que ni tan solo,
ni siquiera por asomo,
durante esa noche no vi.

No vi a nadie llorando,
todos eran gente sencilla,
sin soberbia ni arrogancia
todos igual, cooperando.

No vi gente perseguida,
no vi juez ley imponiendo
sino Justicia impartiendo
a todos en igual medida.

No vi hambriento no saciado,
no vi pobre no vestido,
no vi enfermo no asistido
ni vi guerras ni hombre armado.

Y bien recuerdo que no vi
ni avaricioso saciado,
ni envidioso complacido
ni a un codicioso feliz.

Me acompañaron los cien.
Rayaba el alba del día,
la luna ya aparecía
y las estrellas también.

Cuando llegamos a casa
volví a cerrar la ventana
para meterme en la cama
una vez dentro de casa.

Antes de abrir la persiana
para ponerme a dormir
quíseme dellos despedir
con solo un ¡hasta mañana!

Y César que era el burrito
por lo muy Augusto que era,
con una voz muy sincera
mirándome fijo, dijo:

El hoy ya es el mañana
y mañana fue el ayer
y hoy será otro ayer
que tornará a ser mañana.

No queráis medir el tiempo
limitaos a bien vivillo
en paz y convivir dino
pues después del mañana queda
La Nada.

*El género absurdo estuvo muy en boga en nuestro Siglo de Oro,siendo Quevedo uno de su más ilustres representantes. Bien podría decirse que este género es el antecesor del aurrealismo