EL REY CAMALEÓN

Tal vez, porque conocí a su padre (confundador con Fraga de AP, democristiano y monárquico del Consejo de Don Juan, que en referencia a su hijo decía: para derechista, mi hijo, y si no, ¡ya lo veréis!), o porque sé que Jorge Vestringe, cuando era secretario general de Alianza Popular, le cortó el paso por ser demasiado derechista y venir de parte de Laureano López Rodó, uno de los tecnócratas del Opus Dei, compañero de ministerio de Fraga en los gobiernos franquistas, o porque también sé que está casado con la hija del falangista José Utrera Molina, ministro de Franco y del que afirmaba y afirma que “Franco nunca fue un totalitario, yo soy testigo” o por las plumas autoritarias y fascistas que se le han escapado en más de una ocasión, como cuando prohibió la exhibición de una obra sobre García Lorca escrita y dirigida por el fallecido Pepe Rubianes, por sus declaraciones sobre la eterna España fascista en TV-3 y su manipulación por los de costumbre, o porque sé que pertenece como numerario al Opus Dei, el caso es, que nunca ha logrado engañarme el personaje de marras, por el simple motivo de que todo lo que le rodea es franquismo del más puro linaje y agua bendita inquisitorial. 

Ahora bien, he de reconocer que tiene un auténtico arte para hacerlo porque sigue un objetivo muy claro: hacerse con el poder en el partido, y para eso se tiene que ganar al ala dura después de haber jugado a presentar la cara del progresista y dialogante de muchacho de derecha civilizada, algo que por estas cavernas no gusta.

Desde el momento en que fue nombrado Ministro de Justicia, ya era cosa más que sabida que haría servir la intransigencia religiosa del Obispado para conseguir su objetivo político. Y así ha sido. Le faltó el tiempo para cargar contra el aborto y afirmar que lo volvería a los postulados de los años ochenta (del siglo pasado, por supuesto), eliminando la posibilidad de abortar legalmente por malformaciones del feto, con el débil argumento de que también estos tienen derecho a la vida. Su buen amigo Rouco no está dispuesto a dejar pasar la ocasión, y ya le ha pedido también que cargue (y se cargue) el matrimonio homosexual, otra de las chinas que tenía clavada Monseñor en su zapato, y o mucho me equivoco, o lo conseguirá, si bien sea de otra manera, tal como cambiando el nombre de matrimonio (sagrado) por el de pareja o algo similar.

El problema de fondo, no está en la justicia o injusticia de las leyes en este caso, sino en la inadmisible injerencia de la Iglesia en la vida de la sociedad civil a través de un personaje que utiliza la intolerancia de la jerarquía religiosa y el fanatismo de muchos de sus creyentes, para seguir y conseguir sus propios fines políticos. Algo, que aparte de ser anticonstitucional, es éticamente cuestionable, e impropio del siglo en que vivimos.

Sí, sí que están muy crecidos últimamente

Falsario es tan conocido

que aunque vaya disfrazado

de bombero o de soldado,

al final queda vendido

por su olor a agua bendita

y un algo de troglodita.

A todo el mundo ha engañado

pareciendo un progresista,

en su partido un centrista

educado y moderado

y odiado por Esperanza,

lo que le daba privanza.

Mas como es un camaleón

que es el rey de los disfraces,

haciendo giros audaces

logró lo que Napoleón:

su victoria en el Imperio

consiguiendo un Ministerio.

…o acabamos con la Conferencia Episcopal

Y con éste ya en su mano

se enmendó radicalmente,

a la verdad hizo frente

y en vez de cara enseñó ano,

aquello con lo que piensa

cuando busca una defensa.

Y tal cual es lo hemos visto;

un meapilas y un franquista,

autoritario y fascista

y de ambición bien provisto,

que enseña su cara dura

pues precisa al ala dura.

Que él lo único que persigue

es el poder absoluto,

siendo animal harto astuto

hasta que al final consigue

ese final tan querido,

aunque haya al Pueblo vendido.

Que la Iglesia ha obtenido

canonjías y prebendas,

  continuar ampliando haciendas

y un poder ya desmedido

sobre la ciudadanía

que lo ve una villanía.

¡Qué dura es la vida real cuando se piensa!