CAÑETE, EL MINISTRO FANTASMA

Hay ministros que pasan a la historia como auténticos fantasmas, como si no hubieran estado nunca allí, porque no han hecho en absoluto nada personalmente, en lo referente a su ministerio durante su estancia al frente del mismo.

Ejemplos vivos de ello, tenemos varios en el actual gobierno. Uno de ellos – aunque no el más paradigmático - es Arias Cañete, Ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, del que para saber algo, mejor que mirar su curriculum es ver sus antecedentes penales o sus actuaciones faltas de cualquier tipo de  complejo. Para empezar, podríamos decir que para ser Ministro de Medio Ambiente no es precisamente el más indicado, ya que posee participaciones en empresas petrolíferas, al igual que 6 automóviles de alta gama con los que dar ejemplo para cumplir nuestro compromiso sobre las emisiones de CO₂, o recordar la petición que hizo para cambiar la normativa europea – que fue rechazada - para ampliar la caza del lobo.

Pero también se ha ganado su fama a pulso con sus declaraciones y acciones más propias de bribón que de persona formal y seria. Así, no se le ha caído la cara de vergüenza, cuando el año pasado cobró 6.494 euros en concepto de trienios de antigüedad como Abogado del Estado, cuando se encuentra en excedencia voluntaria desde hace 30 años. Tampoco se ha cortado criticando la baja calidad de la mano de obra inmigrante, quejándose de “aquellos camareros maravillosos que teníamos, que le pedíamos un cortado, un no sé qué (…) y te lo traían rápidamente y con una enorme eficacia.” Ni cuando siendo Ministro de Agricultura con Aznar, soltó tranquilamente en TV3 “El Plan Hidrológico salir, sale por cojones”

Pues bien, este caballero bien mereciera formar parte de la corte de un insigne y despreciable antecesor de nuestro monarca, Fernando VII, más que un Ministerio actual, ya que al parecer, su trabajo consiste en acompañar al rey a ver las corridas de toros, mientras media España arde en el año peor del siglo en lo que a incendios se refiere.

Mientras que se han tenido que llevar a cabo miles de evacuaciones, se quemaban cientos de hectáreas, perdían la vida algunos brigadistas y otros resultaban heridos por el fuego, el ministro era incapaz  de dar unas explicaciones de las medidas que se estaban tomando por el simple motivo de que no las sabía ni parecían importarle. Sólo unas horas después, cuando ya se había recuperado, dejó caer algunas disculpas más propias de un idiota o de un beodo que de alguien en sus cabales: que si eran cosas de las autonomías…, que si era muy caro limpiar los bosques…, que los aviones a hélice eran más lentos…

Mal paso el del ministro, algo por otra parte esperado y nada sorprendente, pero otro desliz grave de la monarquía que se acerca cada día más al precipicio. Amén.

España arde (en todos los sentidos) y su monarca en los toros

Aunque parezca imposible,

siempre ha habido un ministerio

que ha resultado un misterio

y nunca se ha hecho visible,

si el ministro hizo trabajo

o estuvo allí de relajo.

Destos, ahora habemos varios,

mas destaca el de Cañete,

hombre que es buen amiguete

de toros y Centenarios,

de la caza de los lobos

y de cometarios bobos.

Resulta harto sorprendente

que tenga estas aficiones

y que además tenga acciones

de empresas contra el ambiente,

como son las petroleras

y al parecer, de hoteleras.

Que esto se ve en los papeles

cuando lees la Ley de Costas,

que renovada, no hay costas,

se las comen los hoteles

que hasta la playa llegando

nos negarán ir bañando.

Mas donde se ha distinguido

ha sido cual cortesano:

yendo con su soberano

de lacayo preferido

a ver toros de rejoneo

para hacelle el chaqueteo.

Mientras se quemaba España,

él tranquilo y ni enterado

ni sabía lo pasado

ni qué tipo de campaña

se estaba a cabo llevando

para ir el fuego frenando.

Y así fue, que al preguntalle

  por qué el tipo de acciones,

y falta de condiciones

no podían sofocalle

el incendio de Gomera,

blanca quedó su sesera.

Luego, ya más prevenido,

dejó caer insensateces

que eran más bien idioteces

de beodo, que de advertido;

y de nuevo otra zancada

del monarca a la hondonada. 

Digo yo, que se han lucido tanto el uno como el otro