El problema de los abstractos, o las palabras en las que
confluyen muchas variables y son por tanto indefinibles, es que necesitan ser
acotadas o subdivididas para poder ser comprendidas mejor. Tal cosa ocurre con
palabras como inteligencia, sentimientos, o la que nos ocupa en este caso, la
responsabilidad. En principio, podemos
hablar de cinco tipos de responsabilidades:
- La responsabilidad filosófica, de la que muy generalmente
hablamos en la entrada anterior y volveremos a hablar.
-
La responsabilidad social.
-
La responsabilidad moral.
-
La responsabilidad jurídica.
-
La responsabilidad política.
La responsabilidad social es la carga o compromiso que
los miembros de una sociedad tienen, tanto entre sí como para la sociedad. Esta
responsabilidad puede ser negativa (abstenerse de actuar, o abstención) o
positiva (actitud proactiva). Como todo
término social, sus reglas han ido cambiando a través del tiempo.
Nació en la Grecia libre, donde todo el mundo podía
opinar y cuestionar argumentos, en diálogo abierto en el ágora. Todos
participaban en la vida pública.
En la Edad Media Occidental, se impone la religión como único credo, marca las reglas de convivencia y el
diario vivir. Nacen así la vida privada, el pudor, la intimidad y las
propiedades.
La Edad Moderna se caracterizó por una revolución intelectual en que la Razón ocupaba el centro de todo, y
los recién estrenados ciudadanos, otorgaron al Estado la función de defender la
libertad y promover los derechos humanos.
En la Edad Contemporánea, la tecnología y los avances
científicos predominan, las ciencias de la información han evolucionado, se
precisa un aprendizaje continuo. Valores como la eficiencia, la eficacia, las
actitudes positivas frente al compromiso del cumplimiento, una buena educación
y posterior preparación,… facultan a las personas para hacer productiva a la
sociedad. El Estado ya no manda, las
empresas tienen el poder y el mercado
impones sus reglas.
Como resumen, se puede decir que la responsabilidad social la impone moral y
legalmente en cada momento – independientemente de que estemos o no de acuerdo
con ello – la entidad que tiene el poder. Ella determina las reglas.
La responsabilidad moral es la imputación o calificación
que recibe una persona desde un punto de
vista de una teoría ética o de valores morales particulares. Desde una ética consecuencialista, dicho punto de
vista dependerá de las resultados de tales acciones o no-acciones de un
individuo a grupo. Desde una ética
deontológica, en cambio, tales acciones tendrán un valor intrínseco independiente
de sus consecuencias.
La responsabilidad moral ocupa un lugar cada vez más importante
en la opinión pública cuando la responsabilidad jurídica a través de los
tribunales es incapaz de cerrar casos, tales como los de corrupción política.
La responsabilidad jurídica es la imputabilidad jurídica de
un hecho jurídico causado por la culpabilidad, o por el simple acaecimiento del
hecho desligado de la culpabilidad. En las democracias liberales, las
responsabilidades jurídicas nacen de
normas jurídicas procedentes de un organismo externo al sujeto, normalmente, el
Estado. La imputabilidad surge de una decisión de autoridad que atribuye
tal condición por la transgresión de un deber ser (obligación o prohibición), o
bien por una conveniencia social justificada de que una persona no culpable sea
objetivamente responsable.
Su legitimidad
se basa en el poder, no en la ética
Dado que la
evolución social trajo consigo la desintegración de un concepto unitario de
responsabilidad, y los diferentes tipos de ella, la noción subyacente en todas
las formas de responsabilidad es la de imputabilidad.
La responsabilidad política es la imputabilidad de una valoración por el uso que un órgano o
individuo hace del poder. Ésta suele ser evaluada según normas específicas y
autoridades específicas. Estas normas pueden estar recogidas en la Constitución, o en las normas de
funcionamiento interno de los poderes del Estado y sus Cámaras: el Congreso y el Senado. Así el
gobierno puede ser reprobado por el Congreso mediante una moción de censura.
Viendo que esto es poco más o menos igual que el timo
del todo-mocho, pues el Legislativo legisla las leyes a su conveniencia,
para evitar imputaciones de responsabilidad política ante hechos en los que un
ciudadano tendría que pagar con años de cárcel. Sin embargo, la responsabilidad política es también evaluada
por los ciudadanos cuando, en las elecciones valoran el uso que los gobernantes
has hecho del poder, aplicando cualquier tipo de criterio, y no una norma
jurídica.
¿Pero qué ocurre cuando se convierte en fraude esta vía de
valoración ciudadana de la responsabilidad política a través del incumplimiento de
un programa? ¿Qué pasa cuando un
Gobierno se niega a oír a su pueblo y legisla en contra de la mayoría y a favor
de unas élites financieras minoritarias? No se les puede imputar de nada porque
su responsabilidad no se subsume a la responsabilidad jurídica, salvo casos
excepcionales de que exista delito observado en el Código, y aún así, tenemos
el ejemplo del caso Gürtel, en que
habiendo varios imputados desde hace siete años, el único condenado ¡ha sido el
juez!
Sólo queda la vía que apuntábamos en la anterior entrada, la responsabilidad
filosófica y ética, la autodefensa a través de los medios que están contemplados
en la Constitución y en la misma Carta
de los Derecho Humanos: el derecho de manifestación, el de oposición pacífica y la desobediencia
civil, la insumisión fiscal y bancaria, incluso,
según lo previsto en el “Considerando” tercero del preámbulo, la rebelión
contra una tiranía como lo es la tiranía del mercado.
Es por todo lo expuesto, que se puede proponer un concepto de responsabilidad, como la categoría central de
la Filosofía Moral y de lo que se llama Ética Aplicada. Una responsabilidad
que engarce con una dignidad que merece respeto
y cuidado como criterios, que también tienen que ajustar
las acciones
dentro del
marco institucional cada día más determinante de la actual sociedad tecnológica
e informática.
La justicia
participa del tronco común de la responsabilidad, en el sentido en que tiene
que ver con la necesidad de tener que justificarse ante otro. Es el momento de
la identidad personal y del compromiso como variables del “dar cuenta de…” que
constituye el momento de la inteligibilidad y el momento de la racionalidad.
Por ello, el discurso moral de la
responsabilidad no puede ser sino el discurso de la justicia.
Así, podremos dilucidar la responsabilidad existente en los
suicidios ante los desahucios de los diferentes agentes que intervienen en el
mismo: bajo un punto de vista de una responsabilidad comprometida con
el sentido de la justicia y de la dignidad, en la elección de los criterios del
marco institucional de nuestra sociedad. Y no quiero alargar más la entrada,
pero para mí, están más que claros –
usando este discurso - quiénes y hasta
qué punto han sido los responsables por acción y/u omisión, de esos suicidios.
Ahora es la justicia, (y todos nosotros), quienes debemos de exigir una
legislación para poder imputar a los responsables.
Muchos ya lo
han hecho
Pues que ya varias muertes han causado
y nadie, de ellas se hace responsable,
por ser un acto en sí poco agradable
o no sentirse en su moral dañado.
Bien saben que el daño y el dolor causado
es en este momento irreparable,
mas puede convertirse en respetable,
si se es justo y se evita lo pasado.
Que sean pues la moral y la justicia
quienes habiendo hasta ahora estado ausentes,
deban de relevar a la avaricia.
Que si avaricia es virtud de insolentes,
fue en otro tiempo modo de estulticia
más propia de gentes intrascendentes.
Volveremos de nuevo a las cavernas
Los de arriba tienen derechos pero da igual si cumplen o no con sus deberes porque no hay quien les reclame nada, al fin y al cabo ellos son los dueños del letrero. Esta sociedad está bastante enferma, y lo peor es que es una de esas adicciones de las que solamente se sale por voluntad propia y después de aceptar que se tienen un problema, y aquí nadie acepta la parte de responsabilidad que le corresponde.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo de arriba se hacen las leyes a la medida, por lo cual nunca serán responsables de nada, bajo el prisma de la responsabilidad política, pero sí desde el punto de vista de la responsabilidad filosófica; es decir, desde el marco que algo se ha convertido en inteligible y racional y por tanto, se le puede aplicar la justicia (aunque no las leyes).
EliminarEl problema es el que apuntas: que toda la sociedad está enferma y no quiere saber nada,,,hasta el día en que le toca a uno. Entonces, es cuando se da cuenta de la importancia que tenían ciertas cosas que despreciaba. Conozco a más de uno que despreciaba a los pobres, y hoy están yendo a comer a comedores benéficos; han aprendido una dura lección.
Saludos y un buen fin de semana.
Don Carlos: yo tengo una sensación de que volvemos a la "Roma Imperial".Cuando por las deudas contraidas a los ciudadados los vendian cómo esclavos.En esta era: no nos venden pero sí nos esclavizan con las deudas que nos hacen contraer por su mala gestión...
ResponderEliminarAnte la ley estamos indefensos porque que derechos alegamos si el que hizo la ley hizo la trampa.Y a esto es a lo que se acogen estos corruptos a la letra pequeña.Por eso les intersa circo para el pueblo y el día de mañana hambre.
Por eso un pueblo si tiene la valentía de unirse y plantarles cara pués aun quedaría la esperanza de poderles obligar a que enderezasen el palo...claro que en frío no hay forma...
Un abrazo.
Estamos peor, Bertha. Porque al menos entonces, te convertían en esclavo (que era una forma de darte trabajo, techo y comida, tal y como se observa en la actual Reforma Laboral), pero es que ahora, ni trabajo porque no hay, ni techo porque te echan de casa, ni comida a no ser que vayas a pedirla por caridad.
Eliminar¡Y encima los bancos amenazan con que no se les ocurra tocar la Ley Hipotecaria, porque cerrarían el grifo de los créditos! Los muy usureros, que nos deben el dinero a nosotros, que no conceden un préstamo a nadie, y además amenazando.
¡Qué cierto es ese dicho de que este país empezará a funcionar, el día en que se cuelgue a veinte banqueros y veinte políticos! Yo añadiría, y veinte obispos. Tampoco tienen por qué ser veinte, si son el doble, mejor.
Un abrazo.
Esto es una auténtica clase de ética. Gracias por la enseñanza que se desprende de ella, Carlos.
ResponderEliminarLástima que no llegue a quienes más la necesitan...
Un abrazo
A quienes la necesitan, la ética no les interesa para nada, Luis Antonio. Es algo que ha pasado a la historia y ha quedado anticuado, porque molesta en nuestra actual sociedad a quienes tienen la ambición de poder y de trepar.
ResponderEliminarGracias por la crítica, y un abrazo.
Estoy de acuerdo con que debería haber una legislación que sancionase este tipo de cosas, así como una que sancionase el incumplimiento de programas/promesas electorales.
ResponderEliminarA nuestro sistema le queda mucho por avanzar para ser un sistema responsable.
Abrazos.
Fíjate que en realidad, estamos hablando de que lo que nos hace falta es democracia; que leyes y justicia vayan por el mismo camino. Y estamos tan lejos de eso como de la última galaxia que han descubierto, la más cercana al Big Bang.
EliminarUn abrazo.
Eso es, que la democracia sea una democracia real y no algo modificado a los intereses de los gobernantes.
EliminarAlgo que hoy en día es posible, gracias a la tecnología, sobre todo, pero que aquí será muy difícil de conseguir; los profesionales (de la corrupción) no permitirán nunca que nadie se inmiscuya en sus asuntos, pueda participar, y que exista transparencia política. Y eso que tal forma de democracia ya existe en Suiza desde más de cien años; cada quince días todos los ciudadanos reciben una papeleta para votar sobre las cuestiones tratadas en el Parlamento y emiten su voto por correo. Aquí eso es impensable, incluso con la tecnología de Internet.
EliminarUn abrazo.
Por supuesto que sí. La incitación es un delito que los convierte en responsables morales de las muertes de sus ciudadanos. Muertes nada soprendentes si tenemos en cuenta el dato arrojado por el hospital mallorquín de Son Espases: cada día, más de doscientos españoles piensan e intentan suicidarse por motivos asociados a la crisis.
ResponderEliminarToda crisis lleva asociada la intención de suicidio de muchos de los ciudadanos que la viven; la diferencia que hay en esta crisis con otras, es que en ésta los que se intentan suicidar son trabajadores y personas pertenecientes a las clases media y media-baja, mientras que hasta ahora, siempre habían sido las clases altas arruinadas y empresarios los que se intentaban suicidar. De aquí se puede deducir que se han protegido los intereses de las élites financieras y la banca, a costa de las clases medias y trabajadoras, sobre quienes se ha desviado la carga de la crisis, arruinando a muchas familias y empobreciendo de manera general a toda la población, aparte de eliminar derechos sociales y laborales y de recortar el sector público.
EliminarSaludos y un abrazo.